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Posts Tagged ‘soñar’

Había una vez, y mentira no es, un sueño maravilloso, lleno de vida, de esperanza, de alegrías. Pero este sueño tenía también un sueño, deseaba enormemente ser soñado para convertirse en realidad. Así que decidió ir en busca de alguien tan especial como él para que le soñara y así poder convertirse en algo real.

Se pasaba las noches buscando a ese alguien especial que le atrapara en su mente. Pero no era tan fácil, pues veía que casi todo el mundo tenía la cabeza llena de otros sueños y no había ni siquiera un minúsculo espacio para el.

Una noche, mientras andaba jugueteando con las estrellas se posó en una ventana y vio a una mujer durmiendo. Se quedo un rato pegado al cristal observando y se decía: “¿Y si fuera ella?”. Ni corto ni perezoso, empezó a buscar como entrar por la ventana y se metió sigilosamente en la habitación.

Muy despacio se fue acercando a ella para no despertarle con un roce de viento. Apenas se movía y casi no le sentía respirar. Le miró al rostro y se dio cuenta de que jamás en la vida había visto un semblante tan relajado como el que estaba mirando, emanaba paz de su interior y un gran calor. Se quedo recostado en la almohada mirando a la mujer imaginando como sería con los ojos abiertos. Se sentía a gusto y muy tranquilo. No se daba cuenta de que las horas iban pasando y que los primeros rayos de sol comenzaban a rozar los cristales de la ventana.

Pero seguía dudando si sería la elegida para que le soñara, de modo que se dijo: “Me voy a quedar un tiempo con ella para ver como es. No me gustaría equivocarme y evaporarme sin ver cumplido mi gran sueño”. Y así lo hizo.

Durante unos días la acompaño a cualquier sitio que fuera. Se posaba sobre su hombro y observaba todos sus movimientos, las personas con quienes se relacionaba, su entorno de trabajo, sus hábitos y aficiones, pero no descubría nada nuevo, solo veía en ella una persona sencilla, humilde, tierna, parecía que no tenia ilusiones, como si simplemente se dedicara a vivir.

Sin embargo, por las noches, mientras la mujer dormía, no dejaba de mirar tan relajado rostro, sin preocupaciones, tan tranquilo. Daba la sensación de que era como una princesa de cuento, su respiración apenas se dejaba sentir.

En una de esas noches decidió introducirse por un momento en su cabeza para ver que había allí dentro, pero no vio nada, su mente estaba vacía de cualquier tipo de sueños y volvió a salir al exterior. Le extrañó mucho, pues ¿quién no tiene sueños? ¿Quién le habría quitado los suyos?.

Y un buen día, (porque siempre llega “el día” en los cuentos) había descubierto algo en ella muy especial, a su lado se encontraba muy a gusto, no se cansaba de mirar su rostro dormido, le gustaría verla siempre así. Tan bien se encontraba que al final tomó una decisión, se quedaría junto a ella y cuando le viese triste entraría dentro de su mente para alegrarle y hacerle olvidar lo malo de la vida. Le daría un poco de él cada vez que lo necesitase. La mujer había despertado en él los sentimientos y el sueño dejo su sueño por ella.

Por las noches se posaba a su lado para observarle y de vez cuando se introducía entre sus cabellos para acariciarlos ó bien se acurrucaba en su pecho, entre sus brazos, y se decía para sí: “Que mejor sueño que tener a alguien a su lado que se abraza a un sueño para hacerle soñar.”

Y así, aunque el sueño nunca lo supo, se había convertido en una realidad, tener a alguien especial a su lado. Realmente esa era su gran realidad, ser un sueño por soñar.

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Solía ir a leer a un café en un pequeño centro comercial frente al mar. Me gustaba escaparme a media tarde, porque por lo general no hay gente a esa hora y así uno puede concentrarse en la lectura.

Pero esa tarde en particular, me distrajo una conversación, poco a poco deje de entender lo que leía. Decidí recostarme, cerrar lo ojos y escuchar:

–        Es extraño y tan gracioso…

–        Dibujas en tu cara una sonrisa como si la vivieras

–        Y quien dice que no… hay cosas que pasan y otras que no

–        Pero no dices que al fin de cuentas deben pasar, en tu realidad o en tu imaginación, siempre están ahí y suceden. Ese es tu problema

–        El problema es mi falta de imaginación…

–        No! Viejo, aterriza, pisa tierra, si algo no te falta es imaginación, más bien vive por ti

–        Yo vivo, si! Yo vivo…

–        Pues Claro! Claro que vives, pero vives en tu mundo…

–        Si pues! Un mundo que me hace feliz, un mundo que me hace vivir

–        Si te hace vivir no estarías sentado aquí, con tu taza de café, tu cigarro y repitiendo tu desdicha

–        Es que no lo tengo todo

–        Seria mejor si dijeras “al menos tengo algo”

–        ¿En verdad tengo algo? (risas irónicas)

–        Tienes vida, tiene familia, tiene alegría, talento…

–        Y de que sirve todo eso, si me falta algo…algo más grande…algo…

–        Tonterías! te aferras a la nada, pisa tierra y comprenderás. Tienes una meta, un camino

–        Un camino si, pero no quiero recorrerlo solo, le temo a la soledad.

–        Siempre crees estar solo y no ves más allá, crees que la vida solo sabe quitar cosas, pero la vida sabe dar y dar…

–        Dar tristeza, eso lo puedo esperar… Tengo una rabia y una felicidad, tengo tantas cosas en que pensar.

–        Siempre pensando en ella ¿verdad?

–        Si… así es, si no estuviera pensando en ella no estaría aquí. Escucho ruidos y me atormento, y pensando en ella reconozco una paz, un silencio, guardo fuerzas para volverla a ver

–        Pero no esta…

–        Aun no, pero sé que pronto llamara, por la otra línea me dirá…

–        Te dirá que!, ¿que le prestes algo o que le ayudes en algo?… o qué pasa si está de la otra línea callada?

–        El silencio es compañero en el tiempo, es mi costumbre escucharla en mi mente, solo necesito saber que esta ahí para poder hablar con ella, ella sabe que la escucho…

–        ¿Y ella te escucha a ti? … supongamos que si, que más quieres

–        yo nuca pido nada, solo deseo tener algo, una vida, una pequeña casita, un paseo por la plaza y otro por el jardín. Quien sabe uno a orillas del océano u otro en la orilla de la vida

–        epa!! ¡Eso es solo poesía! …No lo digo yo, lo dice ella

–        pues no, no es poesía es realidad, en realidad con palabras diría yo, …y si simplemente fuera poesía, que de malo tendría

–        la poesía no te da de vivir, no puedes comer las hojas en donde escribes, no puedes vestir de versos tu cuerpo, no puedes vivir en la casa que pintas en tus hojas, no podrás tenerla con tan solo soñarlo

–        (silencio)

–        ¿cabe en tu nostalgia una pausa?, sabes que lo que digo es verdad, ya deja de exprimirte el alma y ponte en marcha, hay tanto por luchar, tantas guerras que ganar, guerras de vida!!, guerras que con manos no podrás amasar, ni mucho menos pintar, ni mucho menos escribir, porque así es la vida, eres un mortal, y en tu caso…no tienes esas manos

–        No tendré manos pero aprenderé a pintar con los pies…

–        Buscas excusas a la vida, dejas pasar oportunidades, quieres llegar rápido a la salida de un mundo al que no has entrado

–        no tengo la visa para vivir, siento estar condenado a mirar y mirar, sin voz ni voto, volverme el mediocre en una sociedad…

–        Perdón, ¿no fue ella quien te dijo que tienes todas las de ganar? no me dijiste tu que sus palabras son ordenes, o mentiste también cuando dijiste que serias el mejor por ella

–        Y lo seré, seré el mejor para ella…

–        ¿te quiere?

–        Mucho, tanto como yo a ella

–        Si eso es verdad, porque no contesta tus llamadas, porque no acude en tu soledad, porque sientes que te menosprecia si en verdad te quiere

–        Tiene cosas en que pensar

–        Mas importantes que el amor supongo, parece una chica centrada y quiere una carrera, quiere una vida planificada, quiere seguramente alcanzar sus sueños

–        Y yo también

–        Entonces estudia, trabaja y sé el mejor…

–        No es tan sencillo, no tengo nada claro, soy miope en mi camino, torpe en mi andar, brusco con las manos y de cara algo abatido

–        Tienes un trabajo, un trabajo envidiado

–        Si, y estoy muy orgulloso de ello

–        ¿Hasta cuando te durará? Es un privilegio para tu edad, pero el tiempo pasa y se refleja en tu cara, mírate tienes una barba, y esas marcas? Arrugas ya? 2 o 3 canas? Todo eso indica tu edad

–        Se pasa el tiempo, si! Lo sé! nunca me dejo de lamentar….

–        Pues sí, se pasa, te refugias en una nube y no dejas que nadie la pueda alcanzar

–        Tengo miedo, necesito ayuda

–        Y la buscas en ella, ¿es justo eso? lo pregunto por ella. Crees que ella puede darte la ayuda que necesitas ¿por qué tendría que hacerlo? ¿nunca te pusiste a pensar que también ella tiene su nube?

–        Me tomo la cabeza y quiero dejar de pensar, no se que hago aquí y porque trato de manipular a la gente, tal vez mi error fue pensar que me amaría

–        Siempre apagas la luz, como de costumbre, y pones música, intentas cerrar los ojos para dormir y no puedes

–        Si pudiera dormir tal vez en un sueño profundo me quedaría, tal vez nunca más despierte

–        Apareció la victima! Mira, algún día encontraras una razón de vida, esa razón que te hará levantarte, cada mañana, con el sol

–        Algún MALDITO DIA!!! … siempre digo eso, siempre lo que no pude hacer hoy lo haré mañana y mañana será pasado y pasado será traspasado y así lo único que conseguí hasta hoy es levantarme cada mañana y ver en el espejo el reflejo de una, luego dos, y ahora tres y así pasaran las décadas, y yo aun seguiré levantando de esperanzas la vida

–        Que optimista eres (burla)

–        No hay tiempo

–        Tu eres el tiempo…tu haces y rehaces lo que quieres, y puedes moldear la vida

–        ¿No que no?

–        Nunca digas nunca

–        Pero que puedo hacer

–        Mátate, tal vez así seas feliz (ironía)

–        Pero así no podría tener a mi amada (sonríe)

–        Anda y díselo, dile que la amas

–        Lo sabe

–        ¿Pero lo entiende?

–        Pero al menos lo sabe

–        ¿Sabe que te esta perdiendo?

–        No es cierto…

–        Si lo es… el amor a veces es como una flor: cada día cae un pétalo, cada día pasan los  minutos y terminas ahogándote en todos los “te quiero” y te amo que llevan su nombre, cada día inconscientemente te convences que nunca podrás tenerla…

–        Prometí esperarla

–        Y ella te pidió que no prometieras

–        …ahora siento morir (suspira)

–        Si mueres tu, muero yo

–        Eres mi corazón, eres mi conciencia

–        Pues si, y sin ti no vivo, pero si yo muero tu también te vas conmigo ¿no lo sabias?

–        No

–        Pues sin saberlo me matas, me matas tu y tu mar de lagrimas que me ahogan, me asfixia tu corazón comprimiéndose, me ponen contra la pared tus palabras que no quieres decir, tus angustias son las mías…

–        Sufro…

–        Lo sé

–        Solo dile que la amo…

–        ¿Otra vez? Si lo sabe, no dices?

–        Me tengo que ir

–        Ve, eso es lo que mejor sabes hacer… toma tus cosas y ve, yo me quedare a dar respuesta a todos los que pregunten por ti

–        Miénteles, diles que estoy bien, que fui tras una ilusión

–        Pero vas en busca de una realidad?

–        Deséame suerte, tal vez nadie me podrá liberar o regresar… ojalá

–        ¿y si ella quiere saber donde estas?

–        Mi amor ira dejando huellas, no aquí, sino en mi mundo, en las nubes, detrás de aquella pared que nunca se termino de construir

–        ¿Volverás? ¿volverás por mi?

–        No…Esta vez no

–        Siempre jugaste de visitante y perdiste por goleada

–        Me gustaría jugar de local, y perder por goleada, pero al caer al suelo saber que es mío, que puedo quedarme ahí sin ser sacado y en mi lugar dejar una flor abonada con mi muerte

–        Jajaja, que – tra – gi – co… mira, quizá tal vez por eso el destino nunca te dejo jugar de local

–        Puede ser… entrenaré entonces (sonríe mientras se va)

–        Suerte

–        La suerte es para los tontos

–        Por eso:  suerte!!

Abrí los ojos, cerré el libro y me paré, son pocas veces las que puedo escuchar las conversaciones entre mi nostalgia y mi conciencia.

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Sería a causa de la luz de la luna – que todo lo distancia y vuelve irreal –  que al ver la figura alada, posada aquella noche en el filo de mi ventana, lo primero que pensé era que un ángel venía a mí.

Un poco más tarde, ya calmado y procurando mirar con atención, me di cuenta de que el ligero brillo lunar sólo iluminaba mi alma que huía…Eran las dos y treinta de la  madrugada en punto y se fue. Se montó en su nube azul, tenía destino fijo, pero andaba con nervios, esas cosquillas que siente uno antes de algo importante. No sabía si te vería, quizás sentía demasiada ansiedad por verte, por encontrarte esta vez…

Fue bajando poco a poco. A lo lejos veía un parque familiar, y allí una figura que no reconocía, ¿serias tú? Me alegraría tanto y tanto al verte.  Metro a metro, cada vez más cerca, aquella figura fue tomando forma, ¡eras tú!, con tu pijama holgada y abrazando una almohada blanca, junto a la banca del parque, frente a tu casa…

Me alcanzaste a ver, y una increíble sonrisa se dibujó en tu rostro, de un salto dejé la nube y corrí hacia ti sin palabras, solo caricias, abrazos, besos. Nos montamos a tu nube,  a nuestra nube, interminablemente azul.

Giraste… Tu cuerpo se movió hacia mí con la inocencia fingida del acto casual. Después ladeaste la cabeza y con una mano, apartaste el cabello, con el único propósito de dejar al descubierto tu cuello. Como si éste te estorbase para hablarme, fue como si el giro de tu cabeza y el vuelo de tu cabello fuesen los movimientos de una danza espontánea… Lentamente, me miraste, como si yo ocupase toda la capacidad de tus ojos, llenándome de tus pupilas que se agrandaban y se fijaban en mí con interés exclusivo. ¡Qué ganas de gritarte que te amaba! … En un momento dado, frotaste un labio contra otro, procurando que yo siga todo el proceso sin perder un detalle. Por fin, tropezó tu cuerpo con el mío y en el movimiento impreciso de una leve torpeza, terminaste recostada sobre mí.

¡Qué cantidad de palabras de amor y de pasión, puedes decirme con tus silencios! Vimos al tonto del pueblo que gritaba poemas de amor creyéndose Quijote o Cyrano, inventando doncellas en los balcones de algunas casas. Y reías, te divertía estar en tu nube, dueña del mundo, de la interminable noche, sintiéndote lo que eres: Exclusiva.

“¿Qué edad tengo?”, preguntaste mientras te engreías en mis brazos. “Tienes la edad de cuando se está seguro de que en todas las partes del mundo viven, piensan, sufren o ríen  como tú… Tienes la edad de mentir y que se te note, y de la risa cómplice. Tienes esa edad buena, en la que todo está a punto de suceder… Recuerda – te susurré tiernamente al oído – El hoy es un segundo que tiembla inseguro, el pasado no ha existido y el mañana no es sólo todo lo que queda, sino que también es lo único que llena el pensamiento.”

¿Esa es mi edad? – contestaste – que bella edad tengo – suspirabas – , y ¿Cuál es tu edad?, preguntaste mientras te acoplabas en un abrazo tierno, “¡Mi edad! – exclamé con picardía – es la de quien sonríe sin saber por qué, pero que se sabe feliz: sí, la del tontito, si quieres verlo así, tengo la edad del que se enamora en cada esquina…” y tú reías cómplice,  “En serio – dije coqueto mientras sonreía -, tengo la edad de los veranos que no se acaban y de las fiestas que están a punto de empezar, de las palabras vacías pero llenas de promesas, de las miradas de miedo inseguro… Hoy tengo esa edad que nunca termina y que siempre está amando…”

(Silencio…)

Te quedaste acostada en mi pecho, dándome la espalda mientras jugaba a pintarte el cuello a besos, y tu mirada no dejaba de ver el nacer de un nuevo día… y tus palabras de siempre, anunciando tu partida mientras apretabas suavemente mi mano: “Es hora de irnos. Terminó una noche más.”

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